jueves, 12 de mayo de 2016

"Vivencias con la gente de Cicaficultura" Experiencia de una chilena en su visita al proyecto caucano.


Taller en Cicaficultura
Cicaficultura invita a leer las palabras que nos deja a su despedida la Chilena Silvia Retamal. 


Vivencias con la gente de Cicaficultura

Mi expectativa de venir al Cauca era la de buscar procesos educativos que pudieran orientar el trabajo que viene realizando el pueblo Williche hace ya varios años. Vine a buscar ideas, experiencias y a recoger historias que pudieran ser transmitidas en las frías latitudes del sur austral. Me motivó la curiosidad pero también vine a confirmar si los rumores que se tejen sobre estas acontecidas tierras son ciertos.


Vine sin rutas, ni planes, invitada a conocer la experiencia del centro de Investigación de la Caficultura, cuyas referencias sólo hablaban de un proyecto social entorno al café, en un momento escuché por ahí que el café era la excusa perfecta para introducir otros procesos, para mí se transformó en la excusa perfecta para venir al Cauca. Reconozco que de café no sabía nada, porque mi afán era lo educativo.


Con todo, de café sí aprendí mucho, ahora reconozco lo que es un tintito, un campesino, un café negro, un pintado, un granizado.También aprendí sobre el aroma, el tostado, lo que es pasilla, cuando es ácido, cuando es de origen, cuando es orgánico, cuando es orgánico pero no necesariamente agro ecológico.


Me sorprendí de lo mucho que se puede aprender en pocas semanas sobre algo y me di cuenta una vez más que no se aprende sino en la experiencia, pero en la experiencia con otros. Esos otros que dejaron de ser otros y que ahora para mí tienen un nombre.


Aprendí con el grupo de agroecología, con Gustavo y Juan Carlos, que el trabajo en las fincas no se agota con el día de la visita. Sino que supone un tremendo esfuerzo  de coordinación, con estudiantes, productores y campesinos, que comienza mucho tiempo antes y que no se acaba hasta que la “chiva” devuelva a todos los estudiantes y productores sanos y salvos a sus casas. Un trabajo de autogestión colectiva que asumen todos con mucha responsabilidad.


Agradezco el día que conocí la escuela de Buena Vista, camino a Totoró,  sin duda, ahí comprobé que una educación no tradicional bajo los principios de una vida digna, sí es posible. Pero ese día también conocí qué importante es ir al territorio  trasparentado los anhelos, las tensiones y desafíos futuros, manifestando claramente, quien soy y desde donde me sitúo, como base principal del diálogo, un diálogo que no evita el conflicto. Al respecto, solo puedo decirles a Juan Carlos, a Sara y a Wiliam  que daría cualquier cosa por tener el desafío educativo que han asumido, incluso, a pesar de las busetas sin cinturón de seguridad y las motos por caminos resbalosos y desconocidos.


También me conmueve la preocupación que ponen Juliana y José en los temas de formación del extensionista reivindicando en todo momento que para realizar este diálogo de saberes, sus condiciones laborales deben primero estar garantizadas en todos sus aspectos.


Una de las experiencias que más me gustó fue ver a muchas personas del centro también vinculadas con la Misak Universidad, más que el compromiso por un proyecto educativo propio, los vi comprometidos, a través de la conversación y el aprendizaje colectivo, con el plan de vida Misak. En eso James ha sido muy generoso. Personalmente, le agradezco la posibilidad que me dio de poder conocer y participar con ellos en un par de encuentros y  le agradezco también su amistad.


En la gira que hubo a Nariño, no dejó de llamarme la atención ver a Andrea y a David, que a pesar de no encontrarse bien de salud, estuvieron impertérritos y siempre listos en el trabajo, tampoco pasó desapercibido para mí, todos los esfuerzos de Ronald para que toda la logística del trabajo cuadre prolijamente y sobre todo, de muy buen humor.


A pesar de todo, hay algo de esta experiencia que todavía no logro entender. Algo que va más allá de mi comprensión.Me cuesta creer que un grupo de mujeres como Juliet, Mayra, Carolina, Gabriela junto a Orlando tengan que sacrificar tanto para hacer un trabajo. Durante la salida a Páez anduvimos por unos caminos que yo calificaría de intransitables, son caminos resbaladizos, estrechos, con quebradas, solitarios, con derrumbes por doquier. Si no fuera por la proeza del conductor y por qué no decirlo, por la suerte que tuvimos, no estaríamos aquí para contarlo. Para mí fue toda una experiencia, para ellos el pan de cada día.


Me pregunto, qué necesidad hay de exponerse a los riesgos, a los fríos del páramo, a los posibles atracos en la vía, a viajar todo un día, solo por un taller. ¿Vale la pena arriesgar la vida, dejar la casa por una noche por un trabajo?


La respuesta se me aclaró, lo hacen por la gente, porque creen en lo que hacen y lo hacen con entrega. Porque saben que la gente lo agradece, lo valora y porque esos espacios de aprendizaje colectivo son necesarios, es parte también de la resistencia, porque me di cuenta que es más que un trabajo, porque aprecian las luchas de los campesinos, de los indígenas porque son también sus luchas y porque apuestan a la solidaridad como proyecto de vida.


Pero me vuelvo a preguntar, se podrían mejorar esas condiciones, para disminuir los riesgos que deben enfrentar, cada vez que se entregan a esa causa. No sé cuál sea la respuesta, pero literalmente van haciendo camino, donde no los hay.


No todo fue emoción y experiencia, el viaje más duro que tuve que enfrentar durante mi estadía en el Cauca fue mi viaje en el tiempo, me encontré con algunas personas que me llevaron directamente al siglo XIX. Comentarios cargados de prejuicios, de ignorancia, donde aparece constantemente la dicotomía de civilizado/salvaje, avanzado/atrasado, productivo/perezoso y tantos otros. La tarea no es fácil, es por eso la importancia de pensar unidos y apoyarse mutuamente.


Le agradezco al profesor Javier Tobar, por permitir este intercambio y lo invito a que pueda acompañar a cada una de las salidas que realiza la gente  del centro, no se va a arrepentir.


Solo me queda agradecer haber tenido la posibilidad de compartir con cada uno de ustedes y todo lo que me enseñaron. Seguirán tejiendo sus caminos y apostando por la gente,  así como lo están haciendo y yo contaré a la gente del sur que no estamos solos y que el Cauca también ha solidarizado con nuestras luchas.

Silvia Retamal

Licenciada en Educación, Profesora de Enseñanza General Básica y Magister en Educación de la Universidad de Concepción, Chile. Máster en Investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Doctora en Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Su ámbito de investigación actualmente se desarrolla en la línea de la eficacia escolar y en los programas de desarrollo educativo en el contexto Chileno.



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